Viva la vida ~ Mónica Gómez

En medio de una fiesta dos desconocidos entablan una conversación profunda con ribetes trágicos. Ésta es la propuesta de Mónica Gómez en este relato del título invitante. Aquí la primera parte.

Viva la vida ~ 1era Parte

-¡Vivan los novios! –gritaban al compás de la música.

Bailaban grandes, chicos, abuelos, todos. Todos, menos dos personas que estaban en la mesa del rincón, como si la misma ubicación los hubiera apartado de la algarabía reinante.

-Al menos estamos lejos del ruido –se resignó Gabriel.
-Sí, es verdad –sonrió Marcela del otro lado de la mesa-. ¿No bailás con tu esposa? –curioseó, señalando a la rubia que estuvo sentada al lado de él durante la cena.
-No es mi esposa, es mi ex.
-Uy, perdón –se disculpó Marcela bajando la vista.
-Lo que pasa es que soy íntimo amigo de Adrián, el novio. Nos conocemos desde chiquitos. Y mi esposa – eh, quiero decir Cinthia – es muy amiga de la novia. Yo no podía faltar, la verdad. Es más, Adrián se aseguró que Cinthia no trajera a su nuevo novio porque ahí sí que yo no venía.
-¿Hace mucho que están separados?
-Tres meses. ¡Y ya tiene otro! –agregó enojado.
-Bueno, yo te gano –acotó Marcela con un dejo de simpatía.
-¿Cómo? –preguntó él sin entender.
-Sí, ¿ves esta silla vacía al lado mío?
-Ajá.
-Bueno, era supuestamente para mi marido. Sólo que hace seis semanas me dejó por una pendeja que labura con él. ¡Dice que se enamoró!
-¿Y vos cómo estás? –Gabriel la miró como con lástima. Era la primera vez desde que Cinthia se fue que podía sentir compasión por alguien que no fuera él mismo.
-Y... superándolo. Tratando de estar bien para mi hijita.
-Ah, ¿tenés una nena?
-Sí, Micaela, tiene dos años –agregó sacando orgullosa su foto de la cartera.
-¡Es una divina!
-Sólo quiero evitar en lo posible que no sufra.
-Pero el pelotudo de tu ex la ve?
-Una vez por semana. Si eso es verla...
-Por suerte nosotros no tenemos hijos. Igual, la vida es una cagada.
-No, no digas eso –afirmó Marcela mirándolo-. Mirá, yo ni te conozco. Dicho sea de paso, yo soy Marcela, una vieja compañera de estudios de la novia.
-Mucho gusto –dijo él estirando la mano-. Soy Gabriel.
-Mirá, te decía, Gabriel... Pará, ¿vamos a ese saloncito así no tenemos que hablar por sobre la música?
-Dale.

Se acomodaron en un enorme sillón de pana bordó.

-Ah –exclamó Marcela desparramándose -. Bueno, te decía que no tenés que pensar así, que la vida es una mierda. Yo pasé por cosas horribles, con los 31 años que tengo y sin embargo, no creo que la vida sea una cagada.
-Bue, pero las que pasé yo –acotó Gabriel con actitud de víctima y casi compitiendo.
-No, mirá, yo no te conozco pero te juro que no pasaste por lo que pasé yo –adivinó ella con una sonrisa.
-¿Qué sabes?
-Dale, te juego.
-¿Cómo?
-Digo que dale, te juego a quien la pasó peor. Decime que cosas horrendas te pasaron. Empecemos con la infancia.
-Ok –arrancó Gabriel desafiante. Me quedé sin mi papá cuando tenía diez años. Tuvo un accidente de trabajo. Así de golpe. Ese día salió a trabajar y no volvió. Me quedé solo con mi vieja y mi hermanito de seis años –contó compungido.

La miró a Marcela que escuchaba atentamente.

-La verdad, lo siento mucho.
-¿Viste? Te dije que lo pasé muy mal –retrucó él.
-Bueno, te cuento yo: me quedé sin mi mamá y mi papá, a los doce años. Íbamos los cuatro, con mi hermana de catorce, en el auto, a Mar del Plata. Fue horrible. Ellos murieron en el acto y Carolina y yo salimos ilesas. Yo tuve la suerte de desmayarme y me desperté en el hospital pero Carolina vio todo.

La expresión en la cara de Gabriel se fue transformando.-¿En serio me decís?
-¿Acaso voy a joder con algo así?
-No, claro, disculpame... es que me dejaste helado.
-¿Vos tenés a tu mamá todavía?
-Sí.
-¿Viste? Te gané.
-¿Cómo podés tomártelo así?
-¿Y qué debería hacer? ¿Seguir llorando toda la vida?
-Es que... no sé, yo en tu lugar hubiera-
-No, no, las reflexiones dejémoslas para después –lo interrumpió-. Sigamos adelante. Contame tus dramas de la adolescencia.
-Eh... bueno –empezó con poco convencimiento- es que la muerte de papá me afectó tanto que andaba muy mal en la escuela, tenía pésimas compañías, pasé un período que casi caigo en la droga y hasta en la delincuencia.
-Casi, pero no caíste.
-No, por suerte no. Mi vieja y mis tíos me ayudaron a salir a flote.
-Bueno, mi hermana sí cayó. Le pasó exactamente eso. Nosotras vivíamos con nuestros abuelos que a mala pena podían con su propio dolor y eran ya grandes para andar atrás de dos adolescentes. Además, como te dije, Carolina quedó muy afectada porque vio todo y nunca lo pudo superar. Cuando tenía dieciséis años, la trajo la cana un día. La habían encontrado tirada en una esquina, falopeada hasta la médula.

Gabriel la escuchaba con la boca abierta. Pobre mina -pensaba.

De golpe, se escuchó una canción de Palito Ortega.

-Ahhh qué bueno! Viva la vida, viva la vida, viva la vida, viva el amor –se puso a cantar Marcela ante el estupor de Gabriel.
-No... ¡no te puedo creer que te guste Palito Ortega!
-¿Por qué no? Mirá, yo soy profesora de historia y de literatura, una verdadera rata de biblioteca, una intelectual podríamos decir. Pero un día descubrí que podía reírme, que no hacía falta ser tan seria, que igual uno pude comprometerse con sus ideas.
-No, no me digas que una canción de Palito es comprometida como una de... Silvio Rodríguez.
-Ahhh –dijo Marcela riendo. Estaba segura que me mencionabas a Silvio Rodríguez.
Y ahora te confieso otra cosa que te va a terminar de asquear.

Gabriel se acercó lleno de curiosidad y puso su oído como para que Marcela se lo dijera en voz baja.

-Me encanta ver el programa de Tinelli.
-Ah, no!!! Por favor, no me digas eso que me voy –rió Gabriel. Eso es una basura.
-Sí, ya sé, lo más bajo en nivel cultural, todo preparado, peleas inventadas... sí, sí, ya lo sé, pero a mí me hace reír. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué hay que ser siempre pensante, analítico, adulto? ¿No se puede jugar en la vida?
-No sé...
-Volvamos a lo nuestro porque todavía no terminé con mi adolescencia.
-Ah –abrió la boca Gabriel.

Fin de la primera parte, continua aquí con: Viva la vida II

Mónica Gómez

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