Un relato breve, un diálogo entre madre e hija que nos muestra el tipo de relación entre ellas.

Los de al lado

-¡Qué barullo! –se quejó Marisa.
-Son los de al lado, mamá, ¿de qué te sorprendes?
-Pero ¿qué hacen todo el día?
-Ya sabemos. Escuchan música, reciben amigos, ríen, se divierten -respondió Alicia con un dejo de tristeza.
-Y ¿por qué esa cara, nena?
-Porque en esta casa es justamente lo contrario, silencio absoluto.
-¿Y qué pretendés? Estamos las dos solitas.
-Sí, pero podríamos invitar gente cada tanto.
-¿A quién? Tu tía vive lejos y tiene cuatro hijos. ¿Querés que las criaturas nos destrocen el departamento?
-Uh, mamá, qué negativa sos.
-¿Yo negativa? ¿Porque digo la verdad?
-Bueno, digamos que no hay a quien invitar. Está bien, lo acepto. Pero ¿por qué no me dejás salir con mis amigas?
-¿Quééé?? ¿Que yo no te dejo salir? ¿De dónde sacaste eso?
-De las caras que ponés, de tus lamentos.... de tus “¿me vas a dejar sola?”
-Es que a mí me da miedo que salgas, la calle está muy peligrosa últimamente. ¿No ves lo que dicen los noticieros?
-Pero no se puede vivir con miedo, mamá... Tengo 32 años y hago la vida de una vieja.
-Una vieja como yo querés decir... -se hizo la compungida.
-No, mamá –contestó cansada, revoleando los ojos.
-Es injusto lo que decís, ¿acaso no vienen tus amigas a casa?
-Sí, pero cada vez menos porque vienen a verme a mí y en cambio vos te metés en medio y tomás el control de la conversación.
-Ah, no, esto es demasiado –lagrimeó-. ¿Qué soy? ¿Un mueble? Mejor me voy a mi cuarto a ver la tele...
-Y yo, ¿sabés qué hago? –dijo alzando la voz para asegurarse que su madre la escuchara-. Me voy a vivir con los de al lado!

Mónica Gómez