Una historia romántica y emocionante, que guarda una agradable sorpresa.

La carta

Entró al edificio con una agitación en su corazón que apenas le permitía respirar. Subió corriendo los dos pisos hasta su casa, entró y encendió la computadora. Tenía varios mails pero uno – sólo uno – era el que estaba esperando. El asunto decía “Re: Sorpresa”. El título que él había usado, o sea que no le adelantaba nada acerca del contenido. ¿Cuál sería la respuesta? No lo abrió de inmediato, tenía miedo, debía reconocer.

Hacía 6 meses que no se veían. Cada uno con su trabajo, en Buenos Aires, dirigiendo un Instituto de Idiomas y en Chicago, dando clases en una prestigiosa Universidad. Con la crisis económica reinante, no era momento para andar eligiendo y decidieron entre los dos que harían el sacrificio de estar lejos por un año. Sin embargo, a Simón le resultaba mucho más duro de lo que había creído. “El amor es una gran batalla”, pensó para sí mismo. Lo sabía bien, había atravesado un divorcio muy doloroso. Por suerte la vida lo había premiado y ahora estaba enamorado como nunca de la persona más dulce y tierna que hubiera conocido. Lástima esta distancia, aunque se hablaban todos los días. Thank God por la tecnología que les permitía este contacto casi permanente. Pero se extrañaban, mucho.

La idea ya le venía dando vueltas en la cabeza y, si hubiera tenido los medios financieros, habría tomado un avión para decírselo personalmente. Pero como eso no era posible, se le ocurrió escribirle una carta por mail. Una carta al estilo antiguo, porque la ocasión lo merecía. En ella le proponía matrimonio. Nunca habían hablado de eso. Era un gran paso y a él mismo le daba un temblor en el estómago. El divorcio siempre deja sus resquemores. Pero ahora sí, la distancia lo había hecho dar cuenta de lo que significaba esta relación, y se animó. Esa mañana lo escribió y lo mandó. Y acá estaba, frente a la pantalla, con la respuesta ya dada pero oculta. Tomó una inspiración y clickeó.

Querido Simón:

He leído atentamente tu propuesta, con emoción y alegría. Mi respuesta es un enorme...

¡¡¡SÍ!!!

Con amor infinito

Miguel

Simón lloró como un nene. La batalla estaba vencida.

Mónica Gómez