Arte: Alysha Nett Hd
En este relato conmovedor, Mónica Gómez quiso imaginar una historia basada en hechos reales.

El sueño de Natalia

A los seis años, Natalia había descubierto que, con un cierto rayo de luz que entraba por la ventana, el televisor tomaba la apariencia de un espejo, reflejando su diminuta figura en la pantalla. Así jugaba a que estaba en televisión, tomando el cepillo redondo que mamá usaba con sus pocos cabellos dorados como micrófono. Inventaba historias, quería ser conductora y soñaba con su propio programa.

La pasión no amainó con los años. Al contrario, Naty crecía fuerte y determinada, muy dedicada a aprender, con una avidez que la hacía devorar no sólo los libros escolares sino cualquier lectura que cayera en sus manos. Mientras sus amigas se divertían en bailes y salidas, ella prefería refugiarse en su pequeña habitación atiborrada de libros dedicándose a su pasión.

Estudió periodismo y durante muchos años trabajó en revistas, periódicos y radio. Era incisiva y astuta y sus entrevistas fueron tomando notoriedad. Tuvo algún que otro novio pero en realidad no quería una relación formal. Su sueño no era casarse y tener hijos, sino ser conductora de TV, lo tenía muy claro. Tampoco era fácil para los hombres apoyarla y seguirla, tanta su determinación.
Fue poco después de cumplir sus 30 años que la llamaron de un programa periodístico investigativo de televisión para trabajar como notera. ¡Qué satisfacción, quizás su meta se acercara! Ponía alma y cuerpo en su trabajo. A veces pasaba horas, incluso días, dentro de la camioneta del canal, esperando encontrar sorpresivamente a la persona que debía entrevistar. Sus notas comenzaron a volverse famosas en todo el país y ya nadie ignoraba quién era Natalia Gutierrez.

Un buen día recibió un llamado del despacho del Director General.
-Natalia, queremos ofrecerte la conducción de un programa.
-¿Qué? –no podía creerlo.
-Sí, un programa de entrevistas, donde traigas a personas famosas y no tanto... en fin, nos sentaremos a hablar y le daremos forma. Pero creemos que eres la persona ideal para conducirlo. ¿Qué dices? ¿Aceptas?
-¡Pero claro! –respondió con una felicidad que no le cabía en el cuerpo.

El programa fue un éxito rotundo y la fama de Natalia creció en manera exponencial, incluso en el exterior. Hasta que un terrible día, mientras estaba partiendo del aeropuerto local a realizar una entrevista al presidente de una fábrica que estaba envenenando las capas de agua con sus deshechos, cayó desmayada. Desde el inicio, la situación fue dramática. Un maldito tumor la estaba destruyendo. En medio de todos los tratamientos posibles a los que se entregó, le hicieron una entrevista en la que ella se presentó radiante, a pesar de todo. Una peluca rojo vivo y su carita mas rellena por efecto de las medicinas, le daban un aspecto saludable, aunque no fuera cierto. Quiso aclarar: “Dios no es malo, no nos hace sufrir a propósito. Esto es simplemente algo por lo cual debo atravesar. Pero quiero decirle a toda la gente que me quiere que no sufran por mí. Me iré tranquila de esta tierra porque cumplí mi sueño con creces. No tengo nada más que pedirle a la vida”.

Todo el país la lloró.

Mónica Gómez

Nota: Este texto de ficción está dedicado a una excepcional periodista italiana, Nadia Toffa, que supo entrar en el corazón de todos.