Un relato breve sobre las sorpresas de la vida cuando uno se abre a recibirlas.

La mujer de su vida

Hombres de todos los estilos y bolsillos. Así era la vida de Elizabeth. Era tan hermosa que embrujaba a todos. No porque ella fuera seductora con artimañas. No. Era algo natural. Sus largos cabellos negros y sus ojos color castaña hacían el trabajo, junto con su cuerpo perfecto. Venía de una familia muy humilde y debía reconocer que los hombres de buen pasar la atraían. Le podían dar lo que no había tenido. Pero en definitiva no era eso lo que quería. La relación más larga había sido con Roberto, 5 años, hijo de un empresario. Pero no había funcionado. Él estaba muy concentrado en el trabajo y ella quería alguien que se ocupara más de la pareja. Siempre había algo que a Eli le faltaba pero no podía explicar lo que era. También Francisco la había seducido con su inteligencia y su belleza física. Pero siempre faltaba algo. La relación con Enrique fue la peor de todas, porque era muy celoso y aunque ella jamás le dió motivos, él un día tuvo una reacción muy violenta. Por más que pidió perdón de todas las maneras posibles, Eli fue lo suficientemente inteligente como para alejarlo de su vida. Cuando cumplió 30 años llegó a pensar que el amor no era para ella. Quizás era algo que tenía que asumir. Quizás tenía que vivir su vida sola. Fue entonces cuando en la fiesta de cumpleaños de una amiga conoció a Ana. Su conversación la atrajo más que otra cosa y de hecho hablaron sin parar toda la noche, contándose sus vidas, sus amarguras, sus anhelos y sus sueños. Fue una sorpresa, no se lo esperaba, pero de a poco se fue enamorando de esta mujer que le dio todo lo que buscaba y ansiaba. Se fueron a vivir juntas, se casaron y formaron una familia. ¡Quién lo hubiera dicho!

Mónica Gómez