Sergio Cilla comparte con nosotros Microrrelatos, una serie de cuentos cortos que podrás leer en dos minutos y que seguramente te dejarán reflexionando. En esta entrega: Home, y el espacio que todos buscamos.

Home

Bajamos de nuestras bicicletas en un espacio arbolado, que tenía una especie de plataforma que habría servido de muelle en algún momento. La vegetación tupida alrededor del río Marne le daba al agua un color verdoso placentero. Por un momento me sentí ese río; sereno, con la imperturbabilidad propia del que está tranquilo y seguro.

Esta era mi segunda vez en Francia, y la memoria se apoderaba de mí, a pesar de que habían pasado treinta y dos años. Pero no recordaba los lugares tan vívidamente como las sensaciones.

-Si tuviera que elegir una palabra para describir cómo me siento, diría “home” -comenté en inglés, que era el idioma que nos convocaba por igual.

Mi amigo, su esposa y mi esposo me miraron sorprendidos. A pesar de estar acostumbrados a mis delirios, o elucubraciones prácticas, como suelo llamarlas, esta vez era algo definitivamente diferente.

Sosteníamos una relación de amistad que podría llamarse inusual, quizás con escaso contacto, sin embargo con una profundidad excepcional. Nunca hubo necesidad de estar al corriente de las menudencias diarias, y siempre sabíamos que el otro estaba ahí.

Nuestros huéspedes desplegaron los componentes de ese picnic inusitado: mantel, servilletas, jamón serrano, frutas, verduras, y el infaltable queso, dos tipos de queso, en realidad. Suspiré con sosiego.

-“Home” no quiere decir casa u hogar. “Home” es un espacio en el tiempo, y no un lugar. Es como si la vida nos abriera un paréntesis que nos permite conectarnos con nuestra propia esencia, donde abrazamos sensaciones vívidas y placenteras -agregué-. “Home” es ese permiso que nos tomamos para disfrutar y estar presentes, en el aquí y en el ahora.

Me miraron con amor, y no quise seguir describiendo lo que me pasaba, para no caer en ese lugar común de la melancolía, para dejar que el silencio llene los espacios, para aceptar con humildad que no siempre las palabras son necesarias.

Sergio Cilla