Imagen: Heather Evans Smith

Sergio Cilla comparte con nosotros Microrrelatos, una serie de cuentos cortos que podrás leer en dos minutos y que seguramente te dejarán reflexionando. En esta entrega: El Closet, un lugar de encierro, un lugar seguro, pero muy oscuro.

El Closet

-Nadie te va a querer si eres feliz, nena -dijo la abuela mientras tosía como un puerco-. Cierra las cortinas, y ven a sentarte aquí. Algún día vas a aprender la lección. La gente sólo te quiere si sufres, se acuerdan de ti cuando estás mal, no cuando estás contenta.

Marisol no sabía qué hacer. Estaba totalmente confundida. Quería salir corriendo a la calle, juntarse con sus amigas, abrazarlas, decirles que ella no sabía qué era, pero que no le importaba, sólo quería ver gente feliz y sentirse feliz.

Por primera vez en ese pequeño pueblo que Marisol imaginaba perdido en el mapa, se iba a celebrar el fin de semana del orgullo gay. Sus compañeras del último año del colegio secundario se habían organizado para ir, desfilar y celebrar. “Es el momento para salir del closet,” había dicho una de ellas.

Dos días antes, la abuela de Marisol había caído una vez más en cama, y como siempre, la niña era la encargada de cuidarla porque el resto de la familia trabajaba de sol a sol en el campo.

Marisol corrió las cortinas de nuevo y vio pasar al primer grupo que iba para el centro del pueblo. Llevaban el cuerpo y el alma pintados con los colores del arcoíris. Pudo reconocer a varias amigas del colegio, e inmediatamente se sintió muy desdichada. Quería estar ahí, saltar con ellas, salir del closet también, aunque no sabía bien lo que eso significaba.

-Cierra las cortinas inmediatamente -le gritó la abuela muy enfadada, tosiendo y tomándose el pecho con ambas manos.

La niña temía a su abuela, y siempre le obedecía, aunque tuviera muchas ganas de hacer lo contrario.

-Jamás debes mostrarte así de excitada como estás ahora, niña -volvió a escupir la abuela, mientras se sonaba la nariz y tosía-. No entiendes nada de la vida. Ya aprenderás. Por ahora, te quedarás encerrada aquí conmigo.

Luego de varios años, y una vez que la abuela había muerto, la Marisol adulta entendió que dentro del closet había todo tipo de personas. Algunas no podían revelar su orientación sexual, y muchas, como ella, seguían encerradas, sin poder vivir, sin poder ser ellas mismas.

Sergio Cilla