Sergio Cilla comparte con nosotros su primera narrativa guionada. En pocas palabras, una historia leída como si la vieras en una pantalla.
Hoy, el octavo y último episodio de la primera temporada de LaJuá, la historia de una chica Latina con súper poderes.
Arte: Graciela Iturbide

Narrativa Guionada
LaJuá – Temporada 1

Episodio 8: La Duda

La escena comienza con total oscuridad. Se siente el ruido de gemidos y golpes, como si alguien estuviera tratando de escapar.
César, con las manos apretando el volante, está conduciendo su automóvil, y se lo ve molesto con cada golpe y gemido que provienen del baúl de su auto.

Inesperadamente, se desvía de la ruta y toma un camino aledaño que finaliza en un pantano. Por el espejo retrovisor, se puede observar otro automóvil que lo sigue muy de cerca. César se detiene casi sobre el borde del agua, donde comienzan a crecer los juncos. Se baja con mucha furia, y se dirige hacia la parte trasera del auto. El capitán se baja corriendo del otro auto y se acerca a César.

- ¿Qué tratas de hacer? -le pregunta con un gesto de que las cosas se están yendo de control.
-No soporto más ni sus golpes, ni sus gritos -le reprocha César, con una mezcla de furia y confusión.
-La tendrías que haber matado en el basural, como te dije. ¿Y ahora qué le pasa? ¿Por qué se quedó en silencio? ¿Se habrá asfixiado?
-Será el almuerzo de los cocodrilos -agregó César, con una actitud de que estaba perdiendo el control de la situación.

César abre el baúl violentamente, y la imagen se enfoca en su cara, que se traduce en total desconcierto.
-Pero… ¿Dónde está? ¿Cómo puede ser? -pregunta el capitán, y los dos comienzan a observar a sus alrededores, con una combinación de perturbación e intranquilidad.

Escuchan ruidos como que algo se arrastra entre los juncos al lado del automóvil, y el capitán se da vuelta, saca el arma y dispara hacia el lugar, vaciando el cargador, como si estuviera descargando la desesperación de toda una vida.

- ¿Qué haces? ¿Estás loco? -César le grita y lo empuja contra el automóvil, y comienza a llorar y a gritar desesperadamente-. No quería que esto terminara así. Yo sabía que no tenía que engancharme con ella.

-No te entiendo, Cesar -le grita el capitán-. Hace unos segundos querías tirarla a los cocodrilos, y ahora… ¿y ahora te viene todo el cariño?

Repentinamente, escuchan el sonido de algo saliendo del agua y arrastrándose sobre los juncos a sus espaldas. Se dan vuelta y quedan atrapados entre el automóvil y un enorme cocodrilo desafiante que se acerca.

Flashback a la escena del entrenamiento en la playa con Nayeli, su madre, quien le hablaba en un estado de completa abstracción, mientras su rostro se transformaba en todas las mujeres de su linaje. “Habrá un momento donde el ego se interponga en tu misión, y querrás actuar como justiciera. Pero no es nuestra misión juzgar. Sólo estamos aquí para hacer de este planeta un mundo mejor”.

Regreso a la escena actual. La boca desmesuradamente abierta del cocodrilo toma toda la pantalla. Se pueden ver hasta las gotas de saliva en los colmillos del animal. César y el capitán están apoyados contra el automóvil, con la típica desesperación de alguien que sabe si será triturado por esa boca en solo unos segundos. César quiere sacar su arma, pero no puede, se siente petrificado.
Cuando la bestia ya está a un metro de distancia, se escucha un “shh…” y el animal se frena y se queda inmóvil. Se produce un silencio total, pero se puede sentir el gemido de miedo de los hombres. La imagen muestra sus piernas, mojadas por la orina del terror.

LaJuá, quién se encuentra escondida entre los juncos, se muerde el labio con toda su fuerza. Quiere salir y decirles: “¿Y ahora quién será el almuerzo de los cocodrilos?”. Quiere mostrarles su poder. Sin embargo, recuerda las palabras de su madre, y saca el teléfono.

A la mañana siguiente, la imagen recorrió todos los portales de noticias y las redes sociales. Se podía ver al capitán y a César abrazados temblando y gritando, y al cocodrilo amenazándolos.

La historia del cocodrilo que desbarató la banda de narcotráfico más grande de la región fue el furor de la población durante semanas.

Un mes después.

-La idea era que te mantuvieras con un perfil bajo -le dice Nayeli a LaJuá, mientras están desayunando. Se puede ver la imagen en el televisor, donde LaJuá, con uniforme de policía, es condecorada por el Gobernador.

- ¡Bastante que me contuve ese día en el pantano! ¡No sabes las ganas que tenía de salir y que me vieran abrir y cerrar la boca del cocodrilo mientras esos dos gallinas se morían de miedo!
LaJuá respiró profundamente y se sentó junto a su madre. La miró a los ojos. Nayeli comprendió el mensaje inmediatamente.

-Ya sé que no es la vida que esperabas, hija, e imagino que estarás deseando ser una mortal cualquiera.

-No se lo que quiero, madre -respondió LaJuá, con una actitud de abatimiento-. Si hubiera imaginado una vida con superpoderes, habría pensado en vivir ostentando riquezas, alardeando de mi fuerza, presumiendo de que soy la encargada de corregir a la humanidad. Sin embargo, es evidente que tengo superpoderes, pero también tengo un súper ego de humano.

-Al ego lo puedes domesticar, Mija -le respondió Nayeli-. Y una vez que lo tienes controlado, verás como la vida será mucho más simple.

Se dieron un abrazo muy fuerte, y Nayeli pensó en lo positivo que era para su hija tenerla a ella en su vida, como ella no había podido tener a su madre.

Música de fin del episodio. Títulos.

Fin de la primera temporada.

Sergio Cilla