Sergio Cilla comparte con nosotros su primera narrativa guionada. En pocas palabras, una historia leída como si la vieras en una pantalla.
Hoy, el segundo episodio de la primera temporada de LaJuá, la historia de una chica Latina con súper poderes.
(Si no leíste el episodio 1, empieza aquí: Narrativa Guionada – LaJuá: El Descubrimiento)
Arte: Graciela Iturbide

Narrativa Guionada
LaJuá – Temporada 1

Episodio 2: Transparente

La escena se centra en unas manos que se mueven de manera nerviosa. Se amplía la imagen, y se empieza a ver a LaJuá poco a poco, sentada en el piso en un rincón del almacén. El cuadro muestra primero su rostro, que evidencia un gesto de nerviosismo, mordiéndose los labios; luego el resto del cuerpo, que se sacude sutilmente.

De repente, LaJuá escucha el chirrido de la puerta lateral del local, que se abre gradualmente. Comienza a sudar y a temblar sin control. No estaba preparada para enfrentar a Wilver después de lo ocurrido. No sabía si Wilver realmente había perdido la memoria con el golpe, o si hacía como que nada había pasado. La segunda opción era muy probable. Sabiendo lo retrógrado que era, sería muy difícil admitir que su empleada lo había revoleado por los aires como un pañuelo.

LaJuá pudo ver los primeros cabellos de Wilver que atravesaban la puerta, y decidió ponerse de pie, aplastarse contra la pared, y se concentró para hacer las tres respiraciones profundas. Wilver observó a ambos lados del salón, revisó detrás de la puerta, y la cerró tras de sí, como si no hubiera visto nada.

“¿Cómo no me vio?”, pensó LaJuá, totalmente petrificada.

Flashback: se puede ver a la anciana nuevamente, quien le acaricia la cabellera, y le habla con un tono circunspecto.

-También puedes hacerte invisible -le siguió hablando esa mujer vetusta, observando su reacción-. Al concentrarte y respirar profundamente tres veces seguidas, aumentas tu vibración. Eso te hace más liviana, más ligera, casi transparente.

Se regresa a la escena en el almacén al momento actual. El cuadro toma el teléfono de LaJuá y se ven sus manos nerviosas que escribe: “Ma, ¿sabes cómo puedo contactarme con Doña Nacha?”

Cambio de escena. Se puede ver una mujer que está cocinando, pero no su rostro. Es una cocina humilde, llena de ollas y platos por todas partes. Suena el teléfono que está sobre la mesa, saca la cuchara de madera de lo que parece un guisado con legumbres, estira su brazo y toma el teléfono. Es el mensaje que acaba de enviar LaJuá. La imagen se centra ahora en el teléfono y en las manos de esta mujer, quien tipea: “Doña Nacha falleció el año pasado.”

La escena vuelve a LaJuá, quien lee el mensaje en su teléfono, hace un gesto de que no puede creer lo que su madre le está diciendo, y sale sigilosamente por la misma puerta que había entrado Wilver.

LaJuá necesitaba saber qué estaba pasando: ¿porqué repentinamente había podido hacer uso de sus poderes? ¿cuándo podía usarlos? ¿qué podía hacer?

No podía recordar más de lo que Doña Nacha le había dicho ese día. Conocía a la anciana desde pequeña, y siempre la recordaba como una mujer octogenaria, pero muy lúcida. Era una especie de curandera. Nayeli, la mamá de LaJuá, la consultaba siempre por el empacho y el mal de ojo.

Ese día, hace varios años atrás, cuando LaJuá todavía estaba en México, la había ido a visitar muy acongojada.

Flashback:

-Llevo un hijo en mi vientre, Doña Nacha, y no sé que hacer con esto. No sé con quién hablar. No sé qué hacer -le dijo LaJuá llorando afligidamente.

Doña Nacha le puso una mano en el vientre y se sonrió.

-Tú no llevas crío en ese vientre, mi niña -le dijo la anciana, con un gesto de sabiduría milenaria.

-Pero me he hecho la prueba, y no he tenido mi período en más de un mes -le espetó LaJuá con desconcierto.

Y la anciana volvió a sonreír y a acariciarle la cabellera. Y a medida que la imagen se desvanece, se escucha a la voz de la anciana, como con un eco, que dice: “Tú tienes la semilla de la verdad, y darás a luz a los poderes que salvarán al universo. Tú eres una de las elegidas.”

Se vuelve a la escena actual. LaJuá está tirada en la cama con el teléfono en la mano.

“Ah, miento,” pensó para sus adentros, “recuerdo que Doña Nacha me dijo que todas las respuestas me iban a llegar en su respectivo momento.”

Vuelve a mostrarse la escena en la cocina, con Nayeli, la mamá de LaJuá, pero esta vez el cuadro se acerca a su rostro, y se la ve sonreír con complicidad. Es la misma cara de Doña Nacha, pero mucho más joven.

Música de fin del episodio. Títulos.

Continúa aquí con el episodio 3: Narrativa Guionada - LaJuá: La Transformación

Sergio Cilla