Sergio Cilla comparte con nosotros su primera narrativa guionada. En pocas palabras, una historia leída como si la vieras en una pantalla.
Hoy, el cuarto episodio de la primera temporada de LaJuá, la historia de una chica Latina con súper poderes.
(Si no leíste el principio, empieza aquí: Narrativa Guionada – LaJuá: El Descubrimiento)
Arte: Graciela Iturbide

Narrativa Guionada
LaJuá – Temporada 1

Episodio 4: Cipactli

Un sol brillante ilumina la mañana de una ciudad con calles muy amplias y desoladas. La escena se centra en la parte superior de un edificio que dice en inglés: Estación Central de Policía. Se pueden ver las escaleras de la entrada del edificio, y a LaJuá bajar los escalones apresuradamente, junto a una mujer de cabellera grisácea. No es muy alta, y sus cabellos, atados con un moño a la altura de los hombros, caen por debajo de su cintura. Un hombre vestido de traje y con un portafolio bajo el brazo las saluda con un gesto con la mano y se despide.

-Necesito un desayuno urgente, Ma -le dice LaJuá a Nayeli-. Gracias por venir con el abogado.

Cambio de escena. Se puede ver la cabellera de Nayeli y la toma que se va ampliando gradualmente. Es una cafetería. Nayeli está conversando con la calma que la caracteriza.

-Tu abuela siempre hablaba de los poderes de las mujeres en esta familia -dijo Nayeli con mucha discreción. Y decía que una de nosotras, en su descendencia, tendría superpoderes.

- ¿Y cómo sabía de esto la abuela? Yo casi ni la conocí, no me acuerdo de ella -le respondió LaJuá con mucho desconcierto.

-Doña Nacha era tu abuela, hija -le respondió Nayeli, y se quedó observando su reacción.

Cambio de escena. Wilver está parado en el almacén mirando hacia el televisor que está en la pared. El informe en las noticias muestra a LaJuá subiendo las escaleras de la estación de policía. Está esposada y custodiada. Se escucha la voz del comentarista: “El hombre que discutía con la mujer y que fue agredido por la acusada, a quien denominan LaJuá, se está recuperando sin lesiones graves, y la policía ha retirado los cargos.”

La imagen se centra en las manos de Wilver, que sostienen un bolso cada una. Se puede ver a LaJuá que ingresa al almacén.

-Aquí tienes todo -le dijo Wilver, extendiéndole los bolsos. Ya no puedes ni trabajar ni vivir más acá.

LaJuá toma los bolsos, sale del almacén, y sube al auto que conduce su madre. Se puede ver a Wilver con una tristeza profunda. Su hombría no podía permitirle seguir empleando a LaJuá, y menos aspirar a amarla como siempre lo había deseado. No entendía lo que estaba pasando, pero en su mundo sólo había mujeres que obedecían y acompañaban, y LaJuá siempre se había rebelado a su presencia.

-Mija, antes de que ponga en marcha el auto, déjame decirte que aquí y ahora comienza una nueva vida para ti -le dijo Nayeli con las dos manos sobre el volante.

Nayeli le habló de la historia de las mujeres en su familia. Algunas generaciones tenían poderes especiales, y otras eran simplemente “las guardianas”, encargadas de proteger el secreto, de acompañar a la persona con poderes, de enseñarle y de cuidarla. El destino era aleatorio.

Nunca se sabía qué tipo de poderes esa mujer iba a tener hasta que los manifestaba. La genealogía se remontaba a muchos miles de años atrás, con mujeres que siempre habían vivido en el anonimato, y que desde esa clandestinidad habían ayudado a la humanidad.

-No estás en este plano para golpear hombres, Mija -le espetó Nayeli, con una sonrisa mordaz, reconociendo la complicidad de saber que contaban con una lista de hombres que merecían una golpiza.

Le habló de la primera mujer, la que había comenzado la descendencia, y que había dejado todo por escrito, como si fuera un “manual de las súper heroínas.”

-Parece más bien un manual de brujas -contestó LaJuá.

-No te confundas. Las brujas son hechiceras, adivinas, videntes, curanderas, alquimistas. Nosotras estamos acá para guiar a la humanidad en su evolución -replicó Nayeli, siempre con un tono de confianza y comodidad.

Ese manual hablaba del origen, el cual era completamente incierto. La primera mujer no recordaba tener padres, ni familia. Sólo sabía que estaba en este plano con la misión de comenzar un linaje de mujeres salvadoras.

Y mientras Nayeli relataba esta historia, hay un flashback a una escena en un pasado incierto en el tiempo. Se puede ver a una mujer muy parecida a Nayeli, con los cabellos grisáceos, sentada sobre la arena en una playa. Se levanta lentamente con total desconcierto, mirando hacia todos lados, observando cada parte de su cuerpo, mirando hacia el océano. Se escucha una voz femenina que le dice telepáticamente: “A partir de hoy serás Cipactli, y de tu cuerpo será creada la tierra. Tu nombre representará el primer día del Tonalpohualli, el calendario que regirá la energía de este planeta.” Mientras Cipactli reconoce el lugar de donde acaba de surgir, se ve en el fondo de la escena como una criatura marina y monstruosa, mitad cocodrilo y mitad pez, regresa al agua.

Se vuelve a la escena actual en el automóvil de Nayeli.

-Entonces… ¿tendré que ocultarme? ¿Así deberé vivir por el resto de mi vida? -preguntó LaJuá, con desánimo.

-Intentar llevar una vida normal, y aprender a desarrollar tus poderes desde el anonimato no significa ocultarse, Mija. Lo primero que harás, será empezar una vida nueva, con un nuevo nombre, en otro lugar.

Música de fin del episodio. Títulos.

Continúa en el episodio 5: Narrativa Guionada - LaJuá: Tonali

Sergio Cilla