El quehacer poético muda según el ánimo horario, pero los poemas que responden a la luz danzan por igual, cantando sublimaciones y susurrando encantos que nos permiten eludir la extinción del ser.
SEGÚN LAS HORAS
Al escribir me desprendo de partes
de mi ser.
Al escribir me siento planta
de la que aún brotan ojos de hojas y de
extensiones que insinúan el anhelo
de ocupar el espacio y distraer al tiempo
de sus grandes pre-ocupaciones.
Al escribir pienso el amor
como llenar los vacíos de un cuaderno
como vaciar un vaso del trago que espera
ser sorbido.
Según las horas escribo de distintos modos
Al amanecer
las palabras van desnudas a la ducha
el chapuzón salpica aquí y allá
sueños que no se van por completo
tareas que no tardan en llegar.
A la hora de tomar el desayuno
uno que otro pensamiento me detiene
juega con el hambre
se hace odiar por mi mujer
que no cesa de llamar.
A media mañana tiro las ideas sobre la silla
o cualquier mueble a la mano
me abro la camisa respiro para probar
que soy yo mismo que sigo siendo el mismo
que todavía retengo el hilo con el que juega
el gato que por las noches caza en el jardín
y en los techos.
A medio día suelo estar malhumorado
y el ánimo tiñe de grises y hace garabatos
en mi cuaderno y en la pizarra de emergencia
No obstante anoto con esfuerzo la bilis
los zumbidos molestos en el oído
y el deseo de salir a correr lo más cerca posible
al mar.
A la hora de almorzar ya no leo revistas
ni el diario como hacía antaño
Me concentro en la comida frugal
tal como en los libros que resalto en amarillo
Lo que es benévolo para mi estómago
lo es también para mi mente
Me preparo para tiempos de escasez
los libros de poemas se amontonan sin medida
en mi refugio antianatómico.
A media tarde me tranquilizo un poco
domino al angustiado al loco y a la cabra
que se come mis papeles.
Cuando oscurece toco mi cama por dentro
buscando las partes más frías
que dominen mis calenturas y mi fiebre recurrente
del ¡he-no! ¡aquí no!
Entonces hago notas en la memoria
o en un trozo de papel cogido al azar.
Todo el día batallo con mi laptop y aún parte
de la noche aunque algunas horas me encuentran
orando al modo infantil.
La medianoche me halla si puedo durmiendo.
Cuando doy por concluido un escrito
las partes de mi ser se rearman
y mi rota cabeza se recompone.
Rodolfo Sánchez Garrafa
(De Helio-tropos, 2014)
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