A mis pies y a mis espaldas ~ Rodolfo Sánchez Garrafa

Quienes llegan a hacer suya una ciudad a la que llegaron como extraños, experimentan el tiempo como el transcurso de una adquisición que ha tenido un precio más o menos alto. Vivir en una urbe determinada puede ser vista, en algún caso, como el cumplimiento de una misión, la parada necesaria en una extensa ruta de migrante.

A MIS PIES Y A MIS ESPALDAS

Chorrillos está a mis pies y a mis espaldas
A mis pies está la larga avenida prolongada
A mis pies arde el cemento para el bisturí
Del cirujano
A mis pies están el mar y las olas intermitentes
Para los caballos de acrílico
Chorrillos está a mis espaldas y a mis pies
A mis espaldas el frío que me dobla
Sobre mi propia sombra
A mis espaldas la llovizna que cala
La tela de las mejores intenciones
A mis espaldas los nietos que tardan en llegar.

Soy poblador de algodonales
Envueltos en el tiempo
Soy hermano de aves migrantes que anidan
En el pantano
Lancha soy y red de pescador caletero.
Mis ojos tienen ahora el arco de las playas
Mis palabras el calor de la arena
He plantado también mi bandera de iris
Levantado he las esteras de la esperanza
Amarrado las cuerdas vocales.

Aquí las noches de niebla me tienen pensando
Procurando que a nadie despierten mi miedo
A la muerte
Mi temor al silencio de los huesos hacinados
En el desierto
Nadie sabe que cada día en el último segundo
Me ato a un poste para mantener fijo
El brazo de mi brújula vieja
Pueden torcerse los caminos
Puede temblar la tierra
Pueden huir las aves
Pero yo tengo un sur invariable
Y el nacer del Sol a mi izquierda.

Sigo siendo hombre de los Andes
De cuando en cuando me inclino mirando
A las montañas de la sierra
Y miro a los mitmas que levantan rascacielos
A los que taladran el suelo y cablean los caminos
A los que enrolan el tráfico de las horas punta
A los que gritan desde su barra brava
A los que emergen de los fierros retorcidos
A los que venden y compran amor
Y me pregunto a dónde irán las manchas
Lanzadas al mar a toda hora
Y me pregunto de dónde llegará el agua
Para los grillos que mañana correrán las calles.

El parque cercano es un oasis
Donde cada quien levanta su tienda
Los camellos descansan agobiantes jornadas
No se miran no se hablan y apenas se nota
Que rumian en sus esquinas
Han puesto rejas en una que otra bocacalle
Cada quien defiende su metro cuadrado
Unos fuman sus risas con astucia
Otros desafían la seguridad que ronda
Con altavoces
Hay esquinas del movimiento
De chifas y de pollos que dan volteretas.

A mis pies y a mis espaldas están
Los semáforos en rojo vivo
A mis pies las hormigas en su renglera
A mis pies el hombre que a cien metros agoniza
Con un tiro en la cabeza
El vigilante que duerme de pie como caballo
El que pasa furtivo y se lleva una perilla de bronce
O el medidor del agua
A mis espaldas y a mis pies está Chorrillos
En su renacer deslumbrante
A mis espaldas el gato techero
Devorado por los vecinos
Los aviones que sobrevuelan la noche
Mientras entierro boca abajo los apremios.

A dos cuadras fotocopian mis partidas
Los papeles de cada jornada
A una cuadra tomo el bus o el colectivo
Do se acopia néctar polen y humores
De la escuela de la vida
Estoy cerca de la curva que lleva a tantos sitios
Temo quedarme dormido y amanecer muy lejos
Del aroma familiar de mi cuarto de hora.
Tengo pocos amigos y ya ninguna amiga
A las sesenta y tantas vueltas
Hasta el perro más ducho se marea
En alta mar.

Estoy a los pies y a las espaldas de Chorrillos
A los pies del morro del Sol y del soldado
De los astros del cielo y del hades
A los pies del capote gris
Con que se cubre el planetario
A las espaldas y a los pies de Chorrillos estoy
A las espaldas del entusiasmo
Que fluye en las fuentes de la Costa Verde
A las espaldas del puente de cristal
Y de los algoritmos que van y vienen
Sobre las olas del mar.

Aquí los pies de gaviota soportan
La espalda del viento
Los pies de altura sostienen
La curvatura erótica del tiempo
La espalda es el llano en el que ondulan
Los cabellos de las sirenas.
Aquí en Chorrillos me pongo a los pies
De la memoria
Aquí en Chorrillos me veo todavía
Oteando el mundo desde las espaldas
De mi madre.

(Del libro “Paralelo 70”. Pájaros en los cables editores. Lima 2013).

Rodolfo Sánchez Garrafa


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