Como tentáculos de un pulpo, las nervaduras del laberinto, originalmente pensado como propio de un mundo subterráneo, se extienden por la cotidianeidad de la existencia toda. No es solo la mente humana, sino la sociedad misma la que evidencia complejas paradojas.

EL TORO DE MINOS

Estoy solo
pero amanece.

En breve
Habrá gente
colmando los laberintos.

Abajo el aire
Todavía compacto
Se va enrareciendo.

Arriba la luz
a veces brillante-mente opaca.
me halla sentado en la única columna
que se erige sobre el laberinto
del inconsciente.

De pensar pienso.
Pienso que no existo
que ni siquiera sueño.

Raya el Sol sobre las sombras
La muchedumbre empieza
A colmar los pasadizos.

Solo estoy
pero amanece.

Rodolfo Sánchez Garrafa

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