Carta de una Mujer Perfectamente Imperfecta

Quiero venderle al tiempo, la necesidad de vivir una intensa quietud en mis espacios.
De configurar mis propias fórmulas para crear a los seres necesarios y hacerme comprender lo que tanto deseas de mí.

Lo he pensado mucho, me doy cuenta que tu subconsciente desea implicarse en los desórdenes que persisten al asediarme para fallar cuando menos debería hacerlo.

No tienes idea, de cómo tengo que pelear contra mí, contra mis deseos e infiernos, contra los vicios que manchan la imagen de una mujer perfecta, de una madre inagotable, de amante sagaz y vivificante, de un ser que sensualice cada uno de tus viriles músculos y cuantificar una y otra necesidad que tengas de mí, para saciar tu sed.

Es quizá una necia pelea de lo que puedas considerar imposible, en el carácter de mis espacios y que no soy capaz de ganarle al tiempo lo que escrito está.

Es por eso, que quiero venderle la necesidad de vivir, lo que estoy viviendo; sin buscar lo perfecto en mis afectos, lo irascible en las razones que tengas para señalarme, hacer de la pasión un vicio hermoso dentro de lo inquietante y hacer de la monotonía, una intensa lubricidad en el éxtasis de los deseos tuyos; míos.

Si te das cuenta, en tan pocos años contamos con los frutos que El nos ha legado, en ellos reflejamos las tensas preocupaciones por no vacilar en el magisterio correcto de sus pasos, es cuando más caemos irónicamente en lo evitado; en el mayor, en el mediano... aún así nos creemos virtuosos.

Es increíble, después de todo no nos hemos mirado de frente, no nos atrevemos a conocernos, porque el temor es tan grande que podemos perdernos en un vacío inmerso de soledades.

¡Y aún teniéndolo todo!

Cuando pienso en dormir un poco, pretendo alcanzar el sueño profundo, ese del que no despiertas ya. Soñar que soy la Ninfa de tu idioma, de tus esquelas que aprisionan el afán de amarme hasta la misma muerte, de ser el Universo en cada impulso que determina  tu faz total.

Sé que el soñar es parte de la imaginación encantadora del ser sobre la Tierra y que únicamente el sueño materialista es capaz de crearse con ese deseo casi perfecto. Pero creo que es hermoso ilusionarlo tal cual lo quieres. De colores, de blanco y negro.

El punto es…
Que soy una mujer que sin querer es, lo que quiere ser; un ser, perfectamente imperfecto.

Soñadora, resplandeciente en el amor, única amante, madre sagaz, compañera inquietante. Exclusiva, solo para los seres de mi terreno, de mi lecho. Porque quien lo desee, soy la concatenación del sueño que ahora en casi todos los seres, ya no existe, porque soy la furia y el celo natural de un animal racional, puramente agresivo, porque también tengo la prerrogativa de aprender como de enseñar lo que aún yo no sé...

Y porque en mi vejez, mis hijos me verán como su madre, arrebatándome los años y compitiendo ingenuamente con mi sapiencia.

Y porque en mi vejez, tú me verás como la madre de tus hijos y como la mujer que sostuvo el paso firme de sus esfuerzos en el andén del tiempo.

Y porque aún en vida, peleo lo que todavía me pertenece que es fuerza, potencialidad, entereza y sueños... Aquellos que me hacen plasmar lo que vivo dentro de ellos, dentro de ti, de mis frutos, en mis días, en mi fidedigno andar.

Es por ello, que tengo la necesidad de pedirte; como tiempo, pericia para comprender mi amor sin parapetos, sin anhelar que sea un esquema de tu mente, sin esperar de mí lo que no pudiera ser lo que desees. Sin ser propietarios, ni vasallos. Sin pedirnos permiso para amarnos.

Porque al fin y al cabo, es el sueño que habita dentro de todos los sueños sensitivos y que para eso nacimos a la postre; del tiempo...

Yo quiero ser, sólo un ser que ames tanto como ese ser; perfectamente imperfecto.

Atte.
Una mujer perfectamente imperfecta.

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