Opera de Margrave, Alemania

Bien, como lo prometido es deuda, para aquellos que leyeron la primera parte de mi Breve Historia del Teatro, aquí les presento un segundo tramo. Espero ser tan conciso y claro como en el artículo anterior. A continuación les contaré sobre el desarrollo del teatro desde el Renacimiento hasta inicios del siglo XIX.

El RENACIMIENTO EN ITALIA Y FRANCIA

Commedia dell' arte

Con la llegada del Renacimiento y la Reforma protestante, el teatro religioso alcanzó su fin. Por otra parte, el teatro profano adquirió un protagonismo absoluto. Los temas de la baja edad media, cuestiones mucho más mundanas, más vinculadas con la naturaleza y las preocupaciones del hombre, y el resurgimiento de la comedia, son las bases para las nuevas formas del teatro. Asimismo, se profesionaliza la actividad: se incorporan artistas profesionales, formados por el oficio y la experiencia, dejando afuera a religiosos y aficionados.

Los primeros pasos del teatro del Renacimiento ocurren en el siglo XV, en Italia, con piezas de teatro escritas primero en Latín y luego en la lengua nativa. Su estructura respeta el modelo clásico, desarrollado por los Griegos y Romanos. Son obras escritas para homenajear las piezas clásicas, para ser leídas en privado o en público, en universidades, salones, para reflexionar y debatir. Sus fines son básicamente pedagógicos.

No obstante, mientras los grupos selectos de intelectuales se recrean con este tipo de obras, en las calles italianas, el vulgo disfruta de un nuevo tipo de entretenimiento. Nace el género que se denomina Commedia dell’arte: un teatro esencialmente popular, basado en la improvisación, sin texto escrito, con máscaras y personajes fijos, lleno de color y humor físico.

En Francia, por otra parte, para el siglo XVI, aparece una forma de comedia semejante a la farsa, lo que complica la instauración de la tragedia como género. Para aquellos años no había aún en París y otras ciudades importantes teatros para la representación de obras, por lo que se emplean otros tipos de espacios, tales como los salones de los palacios. Es allí donde comienza a experimentarse con una nueva forma de teatro que convoca música y baile: el ballet. En Italia, por otra parte, se erigen teatros para la Ópera, un género en el que se mezcla la música y el canto lírico.

En Francia, las farsas y comedias de Molère, uno de los mayores dramaturgos del país, son recibidas con gran interés por el público. Sus obras poseen una enorme influencia de la Commedia dell’arte italiana, pero no incluyen el uso de máscaras y los textos, por supuesto, no son improvisados. Si bien los temas de sus obras se desarrollan siempre con un tono de humor, no dejan de tener relación con los defectos del género humano, sus errores, limitaciones, vicios, etc. Más allá del acento cómico se percibe siempre cierta angustia. Entre las obras de Molière se destacan “El Tartufo”, “El Avaro”, “El Enfermo Imaginario” y “Las Preciosas Ridículas”, etc.. Junto con Racine, otro dramaturgo contemporáneo, pero especializado en obras trágicas, se intenta cambiar el estilo exagerado y grandilocuente del teatro francés, por una forma más naturalista y comprometida de interpretación.

EL TEATRO DEL RENACIMIENTO INGLÉS

Teatro Isabelino

Durante el reinado de Isabel I, la Reina Virgen, tuvo desarrollo el teatro del Renacimiento Inglés o teatro Isabelino. Para finales del siglo XVI, en el continente europeo se escribían obras de carácter academicista, que respetaban en todo el modelo clásico Griego y Romano. Estas se representaban en universidades o salones para luego debatir y reflexionar sobre su estilo, estructura y contenido. No obstante, quizás por la distancia geográfica, la separación por el mar, la diferencia de años en que el Renacimiento alcanza Inglaterra, etc., este llega con otro aire a Londres. Los escritores ingleses ignorarán las reglas clásicas o, mejor dicho, las tomarán en cuenta para alterarlas. Estos se basarán en algunas de las formas medievales, ya popularizadas en el territorio, muy afianzadas y de gran gusto del público, y emplearán el modelo clásico sólo como un punto de partida para desarrollar un estilo propio de teatro.

Tal como en otros lugares de Europa, comienzan a construirse algunos teatros en Londres. Estos son circulares y al aire libre. Las obras se representan en verano, debido al clima y a un mejor aprovechamiento de la luz solar. Por la plaga, algunas cuestiones religiosas y políticas, los teatros se cerrarán y volverán a abrirse. Se erigirán otros nuevos, etc.. Sin embargo, es importante destacar que el desarrollo del teatro Isabelino y luego, el Jacobino, coinciden con la evolución de la lengua inglesa, el enriquecimiento de su vocabulario, el refinamiento de su pronunciación, la estandarización de su gramática y ortografía. Dramaturgos como Thomas Kyd, Ben Jonson y Christopher Marlowe escribirán un teatro más dinámico que el europeo continental. Este llegará a su cumbre con el trabajo, rico en géneros, lengua y en todos los sentidos posible, del grandioso William Shakespeare, con obras como “Hamlet”, “Macbeth”, “Romeo y Julieta”, “Julio César”, “El Rey Lear”, “Otelo”, etc., que aún hoy en día son tan vigentes.

EL TEATRO ESPAÑOL DEL SIGLO DE ORO

Teatro espanol

El siglo XVII es el Siglo de Oro del teatro en Español, uno de los periodos más productivos de la dramaturgia mundial. Durante este tiempo, se levantan las primeras salas teatrales, que se denominan corrales de comedias, sostenidas por hermandades, antecesoras de las actuales productoras teatrales. Florecen compañías, obras, escritores de teatro, etc., la actividad teatral se vuelve lucrativa, convirtiéndose en un negocio competitivo, que tomará en cuenta los gustos y deseos del público y al mismo tiempo permitirá que dramaturgos talentosos exhiban su brillo y capacidad creativa. Asimismo, la profundidad de los temas que se abordan en este periodo hace de él un momento en la historia del teatro universal en que se permite reflexionar sobre la naturaleza del hombre y el sentido mismo del arte teatral. Se invita al público a pensar sobre los temas humanos que abordan las obras pero también sobre el propóstio mismo del teatro como forma de expresión humana. Entre varios dramaturgos podemos nombrar a Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina.

Lope de Vega contribuyó a darle forma final a la comedia española, transformándola de ese modo en el género nacional. Escribió cerca de dos mil obras que se clasifican en religiosas, mitológicas, legendarias, pastoriles, caballerescas, novelescas, de costumbres y enredos. Dos de sus obras más importantes son “El mejor alcalde el rey” y “Fuenteovejuna”. Por otra parte, Miguel de Cervantes nos dejó una herencia riquísima con obras como “La Dama Boba”, “El Caballero de Olmedo”, “La Niña de Plata” y “El Castigo sin Venganza”. Asimismo, Calderón de la Barca perfeccionó el teatro barroco y sus obras se representaron ante la corte. Entre ellas se destacan “El alcalde de Zalamea” y la magnífica “La vida es sueño”, entre otras muchas.

EL TEATRO DEL SIGLO XVIII

Teatro Isabelino

En Europa, durante el siglo XVIII, es posible decir que el teatro o, mejor dicho, el producto de dramaturgos anteriores y otros contemporáneos era rehén de los actores, víctima de sus egos y antojos. La actividad teatral estaba sujeta a los intereses y deseos de los actores “consagrados”, divos y divas. Los textos se reescribían, adaptaban a los estilos de los intérpretes y sus gustos, para así complacer sus caprichos y ajustar cualquier dificultad a las características propias de cada actor. Piezas clásicas o de Shakespeare se modificaban de tal forma para cumplir con las extravagancias de los actores que luego era muy difícil reconocerlas.
Sin embargo, durante este periodo se destacan algunos grandes dramaturgos, en especial en el teatro alemán, tales como Schiller y Goethe; este último en especial por piezas de extraordinaria profundidad temática, que reflexionan sobre el género humano, sus límites morales, etc., como “Fausto”.

En fin, creo que esto es suficiente como para afirmar que la segunda parte de la Breve Historia del Teatro está terminada. Sin duda, al igual que en la primera parte, habrá aspectos que requieren de mayor desarrollo y explicación, temas que se omitieron, etc., pero les ruego tener en cuenta que mi objetivo en este artículo es introducirlos sin demasiados detalles a la historia del teatro y dejar en ustedes algunas inquietudes para que puedan llevar a adelante una investigación personal. No obstante, muy pronto podrán leer también el tercer y último tramo de este informe. Luego de él, seguramente intentaré abordar sobre escuelas y métodos de actuación.

Mario Maximiliano Badone

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